Sacudir el polvo está siendo una de las actividades más en alza en España en las últimas semanas, en este caso los polvos, más bien lodos, de las corruptelas de las altas esferas.
El caso Urdangarín, culebrón antológico que aún dará muchos titulares, ha sido la guinda de un pastel algo indigesto que ya no nos engullimos con la misma glotonería ingenua los ciudadanos de a pie.
Se nos ha atragantado tanta impunidad y, la extraña combinación de 15M, indignados, cambio de ciclo político, y destape de miserias varias, ha resultado ser un cóctel molotov de potencia aún por determinar.
El hecho de que la Familia Real se haya visto salpicada hasta en su ropa interior por la lacra de la corrupción obligó a Don Juan Carlos a emitir un contundente mensaje la pasada nochebuena.
Que "la justicia es igual para todos" es una frase comodín que podemos situar casi al nivel de "el fútbol es así" y sentencias profundas por el estilo.
Ahora bien, ¿es un espejismo o es cierto que esta vez algo se mueve?
La reacción del rey, necesaria para salvar los muebles de una monarquía bastante agrietada, obliga, inevitablemente a tirar de la manta y destapar las verdades del barquero. No es creíble que el Duque de Palma acabe siendo procesado mientras otros estamentos salen indemnes de sus dudosos tejemanejes. ¿Es acaso casualidad la cascada de escándalos y de juicios en la picota, sea Camps, Matas o el inminente a Blanco?
Siendo mal pensado uno interpreta que no es mera coincidencia, que una vez que tiras del hilo de la manta, esta se va consumiendo,se deshilacha, y va dejando al descubierto las vergüenzas que tanto tiempo protegió de la intemperie de la opinión pública.
La duda ahora se centra en el calibre de la susodicha y roída manta, ¿será de esas famosas mantas zamoranas que tanto cubren o quedará en escuálido tapete de mesa camilla?