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lunes, 28 de enero de 2013

El deporte es vida


La reciente victoria del equipo español de balonmano en el mundial que se ha disputado en España ha supuesto otra nueva ola de patriotismo y entusiasmo en las redes sociales. Es innegable que el deporte, sea fútbol, baloncesto, tenis o incluso algunos más minoritarios como el caso del balonmano, despierta pasiones populares que pocas veces se ven en otros contextos.
El deporte mezcla de manera explosiva elementos como la sensación de pertenencia, la tensión, la competitividad, el afán de superación y la proeza física y mental, logrando ser catalizador de una energía desbordante en el espectador.
Desde luego no es lo mismo practicar un deporte que ser mero receptor pasivo de lo por otros desempeñado pero, no obstante, el deporte siempre contagia cierta vitalidad a quien de cerca toca.
En los últimos años asistimos en España a un notable boom del deporte de base, tímido, espontáneo, poco propiciado por los poderes públicos, siempre cicateros con los ciudadanos deportistas, pero bastante llamativo.
Las calles de ciudades como Madrid están llenas de corredores, los parques de ciclistas, patinadores, las pistas de tenis son casi imposibles de alquilar en fines de semana, etc...
Hace poco escuché que alguien en plan jocoso comentaba que buena parte de culpa la tenía Decathlon, gran superficie comercial deportiva, que ha acercado material deportivo de toda índole a los ávidos practicantes, democratizando en cierta medida la práctica para millones de personas. No descartemos pues su futura candidatura al Premio Príncipe de Asturias del deporte, cosas más raras se han visto y se verán. 
Es obvio que a pesar de los escasos esfuerzos de nuestros políticos por facilitar a los ciudadanos la práctica deportiva, la cabra deportista tira al monte y se busca las castañas con espíritu a prueba de obstáculos.
Es una lástima que el debate sobre los JJOO enmascare en los medios de comunicación el verdadero problema del deporte en España que es el poco apoyo que recibe en su base. Es muy complicado practicar muchos deportes, faltan instalaciones, apoyo institucional y cobertura en los medios de comunicación a los deportes minoritarios. Este fin de semana un español, Javier Fernández, ganaba el campeonato de Europa de patinaje sobre hielo y la noticia ha sido bastante ninguneada por los grandes diarios. El patinaje es un deporte muy competitivo, que mueve audiencias millonarias en países como EEUU, Canada, Francia y Rusia. Deberíamos aprender del pasado cuando surgen figuras solitarias que brillan en deportes con poca implantación en España, tales como Santana o Ballesteros en su momento, y abrir las puertas del campo deportivo.  No todo es fútbol aunque a menudo lo parezca, no todo es dinero en el deporte, aunque los fichajes millonarios, el dolor de muelas de Mourinho o los interminables dopajes del ciclismo así lo hagan entender.

En el actual contexto de crisis, con unas tasas de paro juvenil y de fracaso escolar apabullantes, sería de agradecer que los planes educativos tuvieran en cuenta el efecto positivo que el deporte ejerce en el rendimiento académico cuando es adecuadamente combinado. 
La oferta de ocio para los adolescentes no tendría que reducirse a salir de copas, ir a la hamburguesería de la esquina o encerrarse a jugar a la Wii con los amigos. 
El deporte es un elemento que cohesiona y vertebra, ayuda a tener equilibrio personal al que lo practica,  los de equipo ayudan a mejorar las habilidades sociales, y combate la creciente lacra del sedentarismo y la consiguiente alta tasa de obesidad. 
Una sociedad moderna es una sociedad que permite a sus ciudadanos la máxima calidad de vida, y aquí el deporte juega un papel indiscutible.
Menos zapping y más deporte, es una de las adicciones más saludables en las que podemos caer. 

sábado, 19 de enero de 2013

El teclado manda


Hace aproximadamente año y medio comenzaba su andadura este modesto blog con la intención de expresar, de cuando en cuando, ideas y temas que me sobrevolaran la mente. 
Encontrar la disciplina necesaria para ser constante ha sido complicado; a veces falta tiempo, otras ganas, en ocasiones temas y a menudo el vértigo a la posible vacuidad de lo que vaya a escribirse ejerce  cierta parálisis. 
A mi entender, los blogs han sustituido a las antiguas botellas lanzadas al mar con mensajes en su interior en busca de una orilla receptiva, y representan, a día de hoy, un canal de comunicación personal  uniendo en el ciberespacio a millones de personas en todo el planeta 2.0.
En España se calcula que hay casi 3 millones de blog abiertos, una cifra impresionante que da buena muestra de las ansías de comunicar que tenemos, nos gusta compartir nuestras experiencias dejando a un lado nuestro miedo escénico a través del teclado.
Somos los españoles, tópico absolutamente cierto, una sociedad temerosa de la exposición pública, del miedo al que dirán, vulnerables al escrutinio ajeno y, no obstante, desplegamos bastante arrojo con el parapeto de las nuevas tecnologías de por medio. Estamos dentro del top 10 de países en número de usuarios de Twitter y en el top 20 de usuarios de Facebook.
Da la sensación de que tenemos miedo al escenario tangible, no al virtual; terror a actuar en la obra infantil del colegio pero cómodos desvelando nuestros pensamientos en las redes sociales. 
Los blogs tienen la ventaja respecto a las redes mencionadas de dotar de personalidad única y distinguible a nuestro rincón digital. Más o menos sofisticado, con independencia del contenido, cada blog es un mundo particular, peculiar reflejo de anhelos y desvelos del autor y ofrece información de todo tipo a cualquiera dispuesto a navegar las aguas virtuales. 
La idea de que a través de los buscadores de internet, mediante palabras clave, podemos encontrar millones de botellas personales, esperando ser abiertas y leídas, tiene un punto de aventura sorprendente más propio de otras épocas. 
Aunque finjamos creer que todo está inventado, que estamos de vuelta y media de las cosas, y que la tecnología nos da una actitud del siglo XXI impasible a ciertas trivialidades, toda esta pantalla de autosuficiencia enmascara la irrenunciable necesidad de comunicar. 

Los unos sin los otros poco somos; blogueros y lectores unidos en una relación simbiótica indisoluble.
Nadie comunica al vacío, siempre hay una necesidad de expresar emociones, bien sea lo que nos conmueve o lo que nos escandaliza, la indiferencia no forma parte del universo bloguero. 
No comparto las críticas hacia el exceso de información disponible, uno es libre de filtrar y de escoger, los canales tradicionales han cedido paso al llamativo universo de millones de mensajes a la deriva digital en busca de audiencia. 
Tras año y medio de periplo bloguero, sigo lanzando botellas a las agitadas aguas del mundo 2.0, sorprendido y agradecido por los más de 100.000 curiosos que han abierto alguna de ellas. 
La mente dicta nuestros pasos pero en estos pagos el teclado manda.
Buena tecla y a seguir abriendo botellas, las sorpresas aguardan al curioso.