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martes, 3 de septiembre de 2013

La crisis de los 40


¡Existe!
Suena a leyenda urbana, a topicazo para hacerse la víctima y el especial ante los amigos pero no, señores, es real. 
Por más que los 40 sean los nuevos 30 como dicen los hipsters a la última, y por más que uno haga que se lo cree, traspasar la mítica cifra y engrosar el club de los cuarentones da que pensar.
La esperanza de vida de nuestros días hace que los 40 signifiquen, lustro arriba, lustro abajo, la mitad de lo que uno espera vivir.
Sin proponérnoslo nos tomamos un tiempo y una cierta distancia para hacer balance de lo recorrido y tratar de vislumbrar lo que los años venideros pueden arrimar a nuestra orilla.
Tras cuatro décadas de transcurrir personal a uno se le presupone maduro cual fruta sabrosa; ideas claras, vida profesional asentada, vida personal encarrilada, ciertos proyectos satisfechos, en la senda de la estabilidad. 
Puede que sea así, o puede que uno se pregunte ¡qué demonios he hecho con mis días! Lo razonable sería un balance favorable a los objetivos cumplidos y una pequeña insatisfacción por lo que siempre se nos quedó en el tintero de lo ya caminado. 
Cuando cumplí la cifra que nos atañe no sentí ningún temblor en mi interior; un año más, un cambio de década, un par de arrugas, tal vez un kilo, las entradas más marcadas, nada que el tic tac vital no conlleve. Sin embargo, al cabo de unos meses fue creciendo un sentimiento de análisis, de auto-observación un tanto desasosegante. Creció por dentro una actitud reflexiva que te para en seco y te obliga a valorar las diferentes facetas del castillo personal que uno ha ido construyendo, piedra a piedra, durante 40 años. 
Los cimientos son difíciles de cambiar a estas alturas de la existencia, para eso están los psicólogos y otro tipo de ayudas externas, aunque nada es imposible, pero en los pisos superiores siempre hay lugar para remozar largo y tendido.
A la estela del emblemático lema de Ikea, "Redecora tu vida", llega el momento de las mudanzas.
Nunca es tarde si el enfoque es bueno. Hacer una lista de lo deseado y conseguido, de los sueños frustrados, de lo que llegó con lo que no contábamos y de los Godot que nunca asomaron la cabeza, es la mejor manera de tener la visión global necesaria. Este es el primer paso para entrar en la "crisis de los 40" y a partir de ahí empezar darle la vuelta a la tortilla.
De las crisis puede uno salir reforzado si tiene la capacidad de análisis, introspección y autocrítica necesaria para ver que cambiando algunos elementos, dejando caer otros y abriendo la puerta a nuevos aires mucho cambia para que todo vaya a mejor.
Tal vez los 40 sean los nuevos 20, tal vez....
La inmovilidad es para la piedras y uno no está hecho de piedra.
¿Crisis? ¿Qué crisis?